El pasado 20 de julio de 2016, la Comisión Europea publicó la estrategia para una movilidad de bajos índices de emisión. Esta estrategia ha sido adoptada por el Consejo y el Parlamento europeo e incluye un capítulo importante que afecta a los autobuses, camiones y autocares.

La Comisión ha elaborado dos tipos de propuestas legislativas. Por un lado, una propuesta sobre la certificación de la emisión de CO2 y del consumo de carburante de los vehículos pesados. En segundo lugar, un seguimiento de estos datos. Sin embargo, aunque estas medidas conllevan una mayor transparencia en la materia de emisiones, no supone una reducción directa de la misma.

Los ejes estratégicos que destaca Europa para poder realizar estos proyectos son varios. Uno de ellos es privilegiar las nuevas tecnologías que sean capaces de establecer transportes menos contaminantes. Sin embargo, se quiere acelerar el desarrollo de energías consideradas “no contaminantes”, como el biocarburante, la electricidad renovable o el carburante de síntesis. Un tercer eje destacado por la Comisión Europea es impulsar los vehículos de emisión nula.

Para el año 2019, la Comisión quiere lanzar una consulta pública cuyo objetivo sería preparar una propuesta legislativa. Ésta última busca que los índices de emisiones sean de cero antes del 2030. Europa busca integrar normas similares a las instauradas en países como China, Japón, Canadá y Estados Unidos.

En el caso de los vehículos ligeros y los VUL, la Comisión afirmó que después de 2021 se fijarían los nuevos objetivos contra la contaminación. Para los VL, el Parlamento Europeo ya propuso un objetivo de 68g de CO2 por kilómetro para 2025. Este objetivo ocasionaría un sobrecoste de 4000 euros por vehículos, según los constructores.